Este sábado 15 de diciembre los afectados por los grandes embalses y trasvases volverán a manifestarse en contra de un modelo de gestión del agua que no ha sufrido apenas cambios desde los tiempos de Alfonso XIII a principios del siglo pasado, que fue causa de alguno de los episodios más dramáticos de nuestra historia reciente durante la dictadura de Francisco Franco y que, aún hoy, la Confederación Hidrográfica del Ebro se niega a enterrar. Las personas que hacemos Decrecimiento Aragón, como no podía ser de otra forma, nos oponemos a ese modelo que es ejemplificador de todas las miserias de la sociedad del crecimiento, la cual tenemos intención de cambiar. En consecuencia, nos sumamos a los actos del sábado y apoyamos a las gentes del Río Aragón en su lucha, que también es la nuestra.
La problemática de los embalses
en este país no es nueva. El enfoque de la política hidráulica ha convertido a
España en uno de los países del mundo con más presas y superficie cubierta por embalses.
Los pantanos han sido percibidos por los ciudadanos como infraestructuras
positivas, reflejo de la modernización. En la actualidad esta política continúa
basada en la alianza de intereses entre eléctricas y constructoras, que están
detrás de la gestión de los embalses, así como también los sectores agrícola y
turístico.
Los objetivos declarados del
recrecimiento de Yesa son aumentar el regadío en Bardenas; abastecer a Zaragoza
con agua potable “de calidad”; e instalar dos centrales hidroeléctricas nueva.
Los citados objetivos van en la misma dirección con que la política económica rige
el modelo de sociedad en el que vivimos y que nos ha sumido en esta profunda
crisis que afrontamos: la necesidad de un crecimiento continuado para el
aumento de beneficios de unos pocos.
Sin lógica alguna, la mayor
demanda de regadío se planifica sin tener en cuenta alternativas, como la
construcción de balsas paralelas al río o la instalación de riego por goteo. Se
insta al ciudadano a manifestar su derecho a consumir agua del Pirineo, creando
a lo largo de los años el sentimiento de que las aguas de Zaragoza son de
pésima calidad, pero no se mencionan las razones o los culpables de que ésto
así sea, sino que se proyecta como única solución un recrecimiento de enormes
magnitudes y elevadísimos costes económicos, sociales y ambientales.
No nos olvidemos de la
despoblación de Ruesta, Esco y Tiermas, de la inundación del pueblo de Sigüés o
de la afección directa a los habitantes de Artieda y Mianos; ni del inevitable
deterioro del entorno ecológico de la zona, de valor singular por su biodiversidad;
ni del hecho de que este recrecimiento no es sino un pequeño trasvase del Ebro.
Construir el pantano implicará la contratación de importantes créditos al sector
financiero, cargándose sobre las arcas públicas y detrayéndose de otros
sectores como la educación o la sanidad. Se continúa apostando por una economía
caduca sustentada en el consumo irresponsable de recursos, la desvinculación
entre el ser humano y un planeta que enferma y la destrucción del hábitat, como
principal método para la obtención de beneficios y generación de crecimiento.
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