Estupenda mañana que compartimos con las compañeras de CERAI en la excursión que se realizó el domingo 18 al huerto en que desarrollan sus actividades. Tras una agradable y relajada ruta en bicicleta, camino de Villamayor, las 15 personas que partimos, llegamos al terreno en el que con ilusión nos explicaron su situación actual, las labores que llevan a cabo y los proyectos que pretenden abordar.
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Trabajando en el hortal |
Nos mostraron una pequeña parte dedicada al cultivo de variedades de invierno, con lechugas, espinacas, coles, ajos... Junto a ese terreno, una caseta de obra en la que guardan aperos y que nos acogió cálidamente para compartir la comida que habíamos llevado cada una. A continuación de la caseta, un gallinero con unas gallinas que de aquí para allá estuvieron correteando toda la mañana. Tras el gallinero, una zona de huerta mucho más grande que la anterior y que estaban preparando para el cultivo de verano. Nos explicaron los problemas que estaban teniendo, y que preveían iban a tener, y cómo pensaban solucionarlos. Tras esta breve visita, nos dividimos en varios grupos y nos pusimos manos a la obra. El objetivo de la mañana fue aislar el gallinero con un tejado verde para que estuvieran más calentitas las gallinas. Reforzamos la caseta, echamos una lona y sacamos tierra. Ayudamos a adelantar trabajo para que en próximas jornadas, nuestras compañeras puedan acabar lo que se empezó ayer (esperemos que en breve, que empieza a refrescar).
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Las gallinas gallineando |
Mientras se preparaba el gallinero, hubo quien estuvo desgranando maíz y quien asistió a un estupendo y bien expuesto taller de preparación de olivas para consumo de mesa. Muchas dudas quedaron resueltas en una breve aproximación a este sencillo pero desconocido proceso. De agradecer la paciencia y tacto de la persona que lo realizó, ya que lo hizo dos veces para que todas aquellas que quisimos pudiéramos participar. De destacar también el buen hacer, explicando los porqués científicos de rutinas que nuestras mayores llevan a cabo, ayudándonos a constatar una vez más la sensatez que radica en el cultivo y proceso tradicional de los productos de la huerta.
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Comparir intergeneracionalmente: decrecimiento |
Y tras un poquito de trabajo, a comer. Sorprendentemente, a la hora de comer estábamos más del doble de los que a las 11 de la mañana allí estábamos. Una hoguera, tres mesas, 30 comensales y mucha comida. Cada una de nosotras aportó algo de su saber culinario, y nos encontramos sentadas en una mesa a rebosar de manjares. Desde variadas ensaladas (de espinaca, de cardo, de champiñones, de patata), a tortillas de patata o acelgas, pasando por sabrosos quesos y embutidos; una riquísima crema de calabaza y dos recetas de hummus. Pan de todos los tipos y colores, y agua y vino para acompañar. Y la gran sorpresa fue el compañero que tras acabar con la comida nos mostró la riquísima tarta de queso y arándanos de la que hablaremos a nuestras nietas.
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Atendiendo a las explicaciones |
Y tras los postres, recogimos rápidamente para, con luz, salir de una realidad para entrar en otra, la de la ciudad. Dos formas de vida y de relación personal que parecen estar a años luz, pero de la que nos separan 35 minutos de ejercicio suave y buena compañía con la que disfrutar gratos momentos.
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